sábado, 28 de noviembre de 2009

Elegía a Ramón Sijé - Miguel Hernández

Umberto Boccioni, Estados del alma I - Los que se quedan, 1911


ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me

ha muerto como el rayo, Ramón Sijé,

con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas.

compañero del alma tan temprano.


Alimentando lluvias, caracolas,

y órganos mi dolor sin instrumentos,

a las desalentadas amapolas.


daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado,

que por doler, me duele hasta el aliento.


Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida,

un empujón brutal te ha derribado.


No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.


Ando sobre rastrojos de difuntos,

y sin calor de nadie y sin consuelo voy

de mi corazón a mis asuntos.


Temprano levantó la muerte el vuelo,

temprano madrugó la madrugada,

temprano está rodando por el suelo.


No perdono a la muerte enamorada,

no perdono a la vida desatenta,

no perdono a la tierra ni a la nada


En mis manos levanto una tormenta

de piedras, rayos y hachas estridentes,

sedienta de catástrofes y hambrienta.


Quiero escarbar la tierra con los dientes,

quiero apartar la tierra parte a parte

a dentelladas secas y calientes.


Quiero mirar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte.


Volverás a mi huerto y a mi higuera,

por los altos andamios de las flores

pajareará tu alma colmenera


de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas

de los enamorados labradores.


Alegrarás la sombra de mis cejas

y tu sangre se irá a cada lado,

disputando tu novia y las abejas.


Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas,

mi avariciosa voz de enamorado.


A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de tantas cosas,

compañero del alma, compañero.

Autor: Miguel Hernández

viernes, 27 de noviembre de 2009

Cómo me vas a explicar... - Pedro Salinas

Guillermo Pérez Villalta, Asunto mitológico al atardecer, 1979


CÓMO ME VAS A EXPLICAR...


¿Cómo me vas a explicar,
di, la dicha de esta tarde,
si no sabemos porqué
fue, ni cómo, ni de qué
ha sido,
si es pura dicha de nada?
En nuestros ojos visiones,
visiones y no miradas,
no percibían tamaños,
datos, colores, distancias.
De tan desprendidamente
como estaba yo y me estabas
mirando, más que mirando,
mis miradas te soñaban,
y me soñaban las tuyas.
Palabras sueltas, palabras,
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas,
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.
¡Cómo vagaron sin rumbo,
y sin torpeza las caricias!
Largos goces iniciados,
caricias no terminadas,
como si aun no se supiera
en qué lugar de los cuerpos
el acariciar se acaba,
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia.
Las manos, no era tocar
lo que hacían en nosotros,
era descubrir; los tactos
nuestros cuerpos inventaban,
allí en plena luz, tan claros
como en la plena tiniebla,
en donde sólo ellos pueden
ver los cuerpos,
con las ardorosas palmas.
Y de estas nadas se ha ido
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.
Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas
-almohada que ha sido alas-
tu ser, tu memoria, todo,
y que todo te descansa,
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.


Autor: Pedro Salinas



El 27 de noviembre de 1891 nació el poeta español Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, muerto en Boston en 1951. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y fue profesor en las universidades de Sorbona y Cambridge. De su obra poética se destacan Presagios, Razón de amor y Largo lamento.