domingo, 28 de septiembre de 2008

No te salves - Mario Benedetti

(El camino, Godofredo Ortega Muñoz, 1977)


NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios

no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana

y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Autor: Mario Benedetti

7 comentarios:

ybris dijo...

¿Para que salvarse?
No hay mayor fecundidad que la sensación de que aún nos queda mucho para la salvación.
Benedetti lo sabe muy bien.

Besos.

mangeles dijo...

Eso, eso...no te quedes conmigo, si te reservas y te proteges y te escondes, y ...

Me alegro de tú vuelta amiga, y con un poema tan bello.

Besos

Embutido de ángel y bestia. dijo...

No te salves, no dejes que la monotonía te lleve a una tranquilidad vergonzosa, no te calles nunca Mario, mientras allá fuerza y tema, no te calles.

Un excelente blog para refugiar un buen poema.
Saludos.

Luna Azul dijo...

Qué alegría me ha dado verte de nuevo por aquí. Bienvenida de tus "vacaciones".
Porfa, no te quedes inmóvil al borde del camino. Que nada impida que tu voz se escuche de nuevo.
Sabes que se te quiere y te mando un besazo y un achuchón de los gordos.

Deshaciendo renglones dijo...

No te salves...
Me ha encantado leerla una vez más. Gracias

Karola Araucanía dijo...

Sólo de esta forma imagino el amor

centauro dijo...

El encanto de las tinieblas es su espectante sorpresa, torridos grises, densas sensaciones que tus ojos ignoran, pupilas gigantes, ahogadas; agobiadas en arcoiris figurines que tu imaginacion alumbra. Las mismas tinieblas seran tu ropaje, ellas te haran beber las mismas pupilas espectantes para hacer trizas tus ganas, tus sueños e irremediablemente sucumbir al enojoso destierro de cerrar tus ojos. Elio Napoitano Rodriguez