sábado, 12 de abril de 2008

Greguerías - Ramón Gómez de la Serna

(Diego Rivera, Retrato de Ramón Gómez de la Serna, 1915)



GREGUERIAS


Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas.

Al caer la estrella se le corre un punto a la media de la noche.

Trueno: caída de un baúl por las escaleras del cielo.

Carterista: caballero de la mano en el pecho... de otro.

El cometa es una estrella a la que se le ha deshecho el moño.

La B es el ama de cría del alfabeto.

Los tornillos son clavos peinados con la raya al medio.

El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.

La ametralladora suena a máquina de escribir de la muerte.

La lagartija es el broche de las tapias.

Los recuerdos encogen como las camisetas.

La felicidad consiste en ser un desgraciado que se sienta feliz.

Aburrirse es besar a la muerte.

Sobre las hojas grises de los olivos gravita aún el polvo que levantaron los carros romanos y las diligencias.

Los monos no encanecen porque no piensan.

El agua se suelta el pelo en las cascadas.

El niño intenta extraerse las ideas por la nariz.

El desierto se peina con peine de viento; la playa con peine de agua.

En la noche helada cicatrizan todos los charcos.

El saltamontes es una espiga escapada que ha comenzado a dar brincos.

El escritor quiere escribir su mentira y escribe su verdad.

Me movía y hacía gestos frente al espejo, pero me reflejaba inmóvil. ¡El espejo se había quedado paralítico!

No se deben dejar las tijeras abiertas porque así podrán cortar el hilo del destino.

El libro es el salvavidas de la soledad.

La muerte es hereditaria.

El perfume es el eco de las flores.

El libro es un pájaro con más de cien alas para volar.

Los que matan a una mujer y después se suicidan debían variar el sistema: suicidarse antes y matarla después.

La prisa es lo que nos lleva a la muerte.

En cada día amanece todo el tiempo.

No importa que nuestro vaso sea pequeño, pues lo importante es que la botella esté llena.

A un mentiroso sólo lo cura un sordo.

La timidez es como un traje mal hecho.

El cerebro es un paquete de ideas arrugadas que llevamos en la cabeza.

A cada disparo recula el cañón, como asustado por lo que acaba de hacer.




Autor: Ramón Gómez de la Serna







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